7 nov 2013

Los días demorados y Densa materia del silencio

Fernando José Carretero vuelve con su voz más desnuda, libre, musical, elegía

Fernando José Carretero (Ciudad Real, 1962) escribe poemas desde muy joven. Licenciado en Filología Hispánica (UC-Madrid), es profesor en el IES “Estados del Duque” (Malagón). Ha dado clases de Lengua y Literatura en Ceuta, Melilla, Tomelloso, Alcázar de San Juan y Las Pedroñeras. 

Caminante poeta (“se hace camino al andar”), vuelve con su voz más desnuda, libre, musical, elegíaca. Junto a Javier Gómez, director de la Biblioteca Pública, Ángel Caballero, vicepresidente 1º de la Diputación Provincial, y Aurora Golderos, licenciada en Filología Clásica, Fernando José Carretero dijo “saldar deudas” (una de 30 años en silencio) al presentar “Los días demorados” (2013), cuyos inicios sitúa próximos a su primer libro, “Arqueología rota y otras islas” (1984). Todos seleccionados y publicados en la BAM, el 2º fue “Interior beige con ausencia” (1988). 

Viejos amigos, amamos esta vida (no siempre maravillosa), compartimos inquietudes literarias y muchos años de tranquila vecindad. Lector empedernido, pasaba horas en el parque de Gasset. ―¿Escribes, Fernando? ―“Algún poema”, contestaba. Quería limar impurezas y dejarlos reposar, como nuestros mejores vinos, hasta conseguir la destilación expresiva. Así demuestran “Los días demorados” (título del volumen) y “Densa materia del silencio”, dos libros editados en uno. 

“Los días demorados” (1984-1995) consta de 43 poemas breves, intensos, distribuidos en 4 partes: Los días, Los objetos, “Dramatis Personae”: Tema y Variaciones, y Colección Privada. Corazón y memoria realizan un balance nostálgico que fija su personalidad romántica, cubierta por lecturas seleccionadas, legendarios personajes y versos turbadores, nihilistas: “En el aire de la última mañana/ somos el alimento de la vida,/ el lirio, la fruta, la gema, su sacrificio,/ la fuerza del camino solitario hacia la playa.” (p.65) 

Para Fernando José Carretero la poesía surgió de cauces literarios (no sólo líricos), tradición y modernidad cultural, que sumados al sortilegio creador generan mitos, asombros, referencias de lugares imaginados y luego reconocidos, ficción, realidad, inocentes almas consumidas: “Conoces de la vida el gesto y el delirio,/ del amor, el fracaso, y de la muerte,/ su silencio./ Llamóse Julia quien, tal como todos,/ fue gesto y fue delirio,/ fracaso/ y silencio con sabor a cocaína.” (p.55) 

“Densa materia del silencio” (1997-2000) reúne 23 poemas en 3 bloques sin títulos, más un preludio “Imago Mundi”, el Final y Nocturno (iniciado en 2006), donde residen pasiones, mareas, naufragios, recuerdos imborrables, sucesivas luchas con el olvido: “Una sombra se dispersa más allá de la tarde,/ una sombra que extiende su perfil hacia la nada.” (p.82) 

Oficio del poeta será recuperar momentos felices, mágicos, desoladores... Gracias a la poesía, Fernando José Carretero sabe que hay “poder y placer en las palabras”, y que ningún poeta, nadie debería permanecer anclado, sino vivir la vida sin ponerle fronteras ni cambiar ternura por mentiras. Vivir hasta las últimas consecuencias: “Porque la vida está esperando más allá/ y tú sólo tienes que alcanzarla.” (p.105) 

La poesía mantiene alerta de lo que vamos perdiendo -irremediablemente- al caminar (familia, amigos, amor, salud). Es como vacunarse de la propia vida y no buscar escusas, proferir lamentos ni verter lágrimas sobre el papel, sino levantar bien alto las copas y brindar desde el fondo de los años: “Eres, amor,/ la imagen luminosa del mundo y de la vida/ que prolonga sus perfiles en el fondo de mis ojos.” (p.79)ca.

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