28 ene 2014

Sin ruido, luminosa semilla poética de José Corredor-Matheos

“¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre!”
Juan Ramón Jiménez

Amigos lectores, a pesar de mis sucesivas dolencias y duros tratamientos diarios, aún conservo memoria crítica suficiente para diferenciar múltiples poetas, españoles y castellano-manchegos (hablo de los vivos). Ni son iguales, ni tampoco deberíamos situarlos al mismo nivel. La poesía pide luz en tiempos de falacias y miserias.

Aquí nacen voces inconfundibles (hijos y nietos de la guerra), ángeles y demonios (jilgueros insumisos), cazadores ávidos de juegos florales (dan “gatos por liebres”), vulgares imitadores y copleros ripiosos (papel mojado), lazarillos de luces y sombras (vagabundos idealistas), jóvenes talentos apuntados al INEM (savia nueva); místicos, escépticos, hipócritas..., incluso ventajistas (tristes narcisos) acuden con entradas preferentes al seductor Parnaso de los “inmortales”.

Todos sueñan despiertos; quisieran ser (“vanidad de vanidades”) maestros de la mejor poesía, cuyos versos siempre logran conmover, alumbran otras realidades y dejan ver (saber valorar) en las cosas más de lo que parecen. Divinas musas (alimento del alma), darles fuerzas para combatir el hambre, sacarnos del horror y remover oscuras conciencias.

José Corredor-Matheos (Alcázar de San Juan, 1929), poeta, crítico de arte, traductor, antólogo, lleva muchos años en Barcelona, ciudad romántico-literaria (rosas y libros) donde va creciendo su brillante labor creativa: Premio Nacional de Traducción 1984, “Poesía catalana contemporánea” (antología bilingüe); Cruz de Sant Jordi, 1988; Premi d’Arts Plàstiques Generalitat de Catalunya, 1993; Premio Nacional de Poesía 2005 y Premi Ciutat de Barcelona (ídem), por “El don de la ignorancia”; Premi Ciutat de Barcelona de Literatura en Lengua Castellana 2008, por “Un pez que va por el jardín”.

Hijo Predilecto de su pueblo y de Castilla-La Mancha, su volumen titulado “Desolación y vuelo” (Poesía reunida. 1951-2011), entrega 60 años de pasión cultural, meditaciones, asombros, alas que vuelan y no vuelven. Ahora presenta “Sin ruido” (Ed. Tusquet. Barcelona, 2013), con 55 poemas breves, intensos, repartidos en 7 apartados que culminan (menos el último) prosas líricas: “El presente, lo único que tienes, es igual a la nada. Pero quizás podrías cogerlo por sorpresa y encerrarlo después en una jaula y, con mucha paciencia, esperar a que cante. Se dice que el presente es el bien más preciado.” (p.47)

Luminosa semilla poética de José Corredor-Matheos, esencia del canto, matriz de las palabras, desnudo tesoro, naturaleza libre: “Estos versos que brotan/ del silencio/ recogen sensaciones/ del instante/ y otras que creías/ olvidadas./ Así vas aprendiendo/ a conocer/ el gozo y el dolor/ de que estás hecho,/ con los que, deshaciéndote,/ te haces.” (p.13)

Lleno de manchega vitalidad (cumple 84), José visita lejanos países. Invitado de honor, imparte “clases magistrales”, necesarias lecturas sobre nuestras vidas. Al compás de voces (experiencias) internas y externas, denuncia crueles agravios sociales: poderosos altares financieros; ambiciosas corruptelas; millones de parados, juventud marginal, familias indefensas sin futuro: “...la historia, hecha pedazos, en los contenedores; los valores, negados; las puertas al misterio, bloqueadas, y la naturaleza, devastada. ¿Dónde está la memoria del pasado? ¿Dónde, la del futuro? ¿Hay alguien que recuerde una canción?” (p.85)


Poeta singular en sus tonos clásicos y moderno lenguaje, busca enigmas de la existencia y de las palabras, con la misma serenidad y ternura que fija su mirada ante los ancianos, mientras toman el sol; madres laboriosas que bajan y suben; niños que juegan y comen golosinas; todos ajenos a la muerte: “Y, de nuevo, las calles,/ la plazuela/ donde siguen estando/ todavía/ la pelota y el toro/ de cartón,/ la luminosa sombra/ de tu madre./ Percibir su perfume./ Oír su voz.” (p.95)

Según las bellas enseñanzas de mi buen amigo “Pepe”, no hay mejor patrimonio cultural (ni tan altruista) como el idioma poético. Surge por amor y debe mostrar íntimos sentimientos humanos universales: “Arrancar/ unos versos/ al silencio/ y sentir el vacío/ donde todo/ era árbol,/ agua,/ pájaro./ Plenitud,/ la del ser/ en el filo del viento.” (p.125)


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