Esteban Rodríguez habla sobre la vida con sencillos relatos.
Esteban Rodríguez Ruiz (Alcubillas, 1950) se caracteriza por el alcance socio-cultural y la reflexión serena que procuran sus obras, ilustradas siempre con ejemplos valiosos.
Titulado en Ingeniería Técnica Agrícola y Licenciado en Filosofía, de su trayectoria destacar ensayos: Dios, La Mancha y el Hombre en la poesía de Juan Alcaide (1993), Vicente Cano. Poeta (1997) y Eladio Cabañero. Una mirada hecha verso (2004); narraciones: Evocación (1995), Galería de Personajes (2001), Foto fija (2006) e Historias Encontradas (2008); artículos publicados en La Tribuna de Ciudad Real: Puntos de Vista (1998), Desde el Mirador (2000), Aproximaciones (2004), Contrapunto entre celebraciones (2005) y Percepciones (2003-2007), edición digital aquí.
Esteban Rodríguez Ruiz pertenece, desde su fundación, a la “Asociación Amigos de Juan Alcaide” (Socio de Honor) y también colabora en los volúmenes: Debate sobre la obra inédita de Juan Alcaide (1995), Testimonios sobre el libro "Últimas Palabras", de Matías Sánchez-Carrasco (2000) y Álbum Poético: Juan Alcaide 1951-2001 (2002).
Vicepresidente del Grupo Literario “Guadiana” de Ciudad Real y Coordinador de la revista “Manxa”, forma parte de la “Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha”. Tiene varios premios (narración) y participa en actos culturales (mantenedor, conferenciante, jurado, etc).
Leonor Rodríguez Ramírez firma el prólogo de “Bocetos” (Col. bibliográfica “Manxa”, Nº 31), brillante cuaderno de 28 páginas donde su padre agrupa 9 relatos: La lluvia, Dejarse llevar, Federico, Libertad, María, Paula, Una mujer, Paisajes y sentimientos, y Tiempos de esperanza: “...trata sobre la vida, entendida ésta como un todo que abarca tanto las percepciones propias de aquello que nos rodea, como a las personas que hacen posible las realidades descritas, ya sean imaginadas o no.” (p.5)
Personajes -todos- sencillos y cercanos, realizan esfuerzos para conseguir avanzar y superar obstáculos que parecen imposibles: “La Paula era alguien inconfundible, tal vez irrepetible, aunque no podían negarse ciertas semejanzas con una de las ramas familiares en las que aparecían ejemplares singulares...” (p.23)
Esteban Rodríguez abre mundos interiores, libera del olvido silencios, amarguras, mujeres luchadoras por amor, generosidad, poesía... Construye bocetos luminosos de lo que significa ser humanos: “...es donde la esperanza se hace más presente y enraíza con fuerza como germen de un futuro posible, lleno de luz, compatible con los rincones teñidos de sombra.” (p.28)
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