22 sept 2015

José Ángel Valente, 15 años en silencio

“¡Intelijencia, dame 
 el nombre exacto de las cosas!” 
(Juan Ramón Jiménez)


Escribo para recordar una voz inolvidable, 15 años ausente. Sus poemas, ensayos, artículos y traducciones, lo sitúan entre los autores más lúcidos del pasado siglo XX: “Toda palabra poética ha de dejar al lenguaje en punto cero, lugar de la indeterminación mínima, de la infinita libertad.”

José Ángel Valente (Orense, 1929-Ginebra, 2000), Licenciado en Derecho y Filología Románica (Premio Extraordinario), con 25 años decide salir de España durante la dictadura franquista: rechaza su represión social y cultural. Detenido en Barcelona por la “Brigada Político-Social” (1966) y procesado mediante Consejo de Guerra (1972): “El uniforme del general”, relato del volumen “Número trece” (1971), lo declaran “ofensivo contra el ejército.”

El auto-exilio dura 31 años (1954-1985). Profesor en Oxford (1954/58), traductor para la OMS (Ginebra, 1958/81), asesor en la UNESCO (París, 1981/85). Brillan sus primeros libros: “A modo de esperanza” (Premio Adonais 1954): “Cruzo un desierto y su secreta/ desolación sin nombre.” Y “Poemas a Lázaro” (Premio de la Crítica 1960): “todos los muertos son/ un solo cuerpo ardiente:/ carne nuestra, palabra,/ historia nuestra que no conocimos,/ sangre sonora de la libertad.”

Otros premios respaldan su formidable trayectoria: Crítica 1981 (“Tres lecciones de tinieblas”), Fundación Pablo Iglesias 1984, Príncipe de Asturias de las Letras 1988, Nacional de Poesía 1993 (“No amanece el cantor”), Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1998 y Nacional de Poesía 2001, a título póstumo (“Fragmentos de un libro futuro”).

José Ángel Valente traduce libros en varios idiomas de grandes poetas: Inglés (Donne, Keats, Hopkins), Francés (Aragon, Péret, Jabès), Alemán (Hölderlin, Celan), Italiano (Montale), Griego (Catulo, Cavafis); reunidos en “Cuaderno de versiones” (Ed. Claudio Rodríguez-Fer. Barcelona, 2002). Publica sus famosos ensayos (artes, literatura, mística): “Las palabras de la tribu” (1971), “Variaciones sobre el pájaro y la red” (1981), “La piedra y el centro” (1983).

Sumando nuevas obras, define los caminos de su poética: Punto cero (1953-1976), huellas personales y colectivas: “Yo que he viajado/ acaso he visto una serpiente/ en la mesa del maestro cantor.” Material memoria (1977-1992), sentir el silencio: “vislumbrar en lo oscuro/ el poema o la piedra,/ el don de lo imposible.” El fulgor (1953-1996), cuerpos unidos atraen palabras libres: “Me respiraste/ en tu vacío lleno/ y yo latía en ti y en ti latían/ la vulva, el verbo, el vértigo y el centro.” Y lamentarse por su hijo Antonio (también fallecido en Ginebra), “No amanece el cantor” (1992): “Ni la palabra ni el silencio./ Nada pudo servirme para que tú vivieras.”

Al regresar a nuestro país en 1985, José Ángel Valente cruza un desierto: arenas desnudas conducen al infinito mar en Almería, ciudad donde sus restos descansan. Enfermo de cáncer, inicia su diario: “Fragmentos de un libro futuro” (2000), poemas escritos entre enero de 1991 y mayo de 2000 (todos van fechados). Transparencia de la consumación. El último declara: “Cima del canto./ El ruiseñor y tú/ ya sois lo mismo.”


1 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Un buen recuerdo, completo en lo esencial. Su voz crece sin su presencia física (y no siempre pasa). Incluso puede que el personaje, o su máscara, se interpusiera un poco entre la calidad de las palabras y el lector, impidiendo lecturas cómplices. Su obra, si ya afinada desde un buen principio, muestra una creciente depuración, un ascenso hacia la profundidad. En sus últimos poemas, de una desnudez estremecedora, es el reconocimiento amoroso del dolor, y más aún de la lucidez que a través de él se hace posible, lo que se alza como sentido de la vida, si es que alguno tiene. Hay que seguir leyéndolo, sin duda queda mucho por desvelar.

(Una precisión: sus restos no descansan en Almería, como parece deducirse del texto, sino en la tumba familiar del cementerio de San Francisco, en su Ourense natal).