“Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.”
(Gloria Fuertes)
Misteriosa poesía, beben sus labios autores cuyas obras nos hacen más humanos y superan olvidos: “La sombra de mi alma/ huye por un ocaso de alfabetos,/ niebla de libros/ y palabras.” (F. García Lorca)
Bendita locura tienen los poetas: vivir entre palabras en silencio, cultivar belleza fugaz: “Hoy son las manos la memoria./ El alma no se acuerda, está dolida/ de tanto recordar./ Pero en las manos/ queda el recuerdo de lo que han tenido.” (P. Salinas)
Lazarillos de luces y sombras, engarzan cuerpos ardientes con fría soledad: “Iluminando este existir oscuro y apartado/ con el amor, única luz del mundo.” (L. Cernuda)
Siempre para descubrir: “¿Yo escojo? Yo recojo/ la verdad impaciente,/ esa verdad que espera a mi palabra.” (J. Guillén)
Verificar pruebas: “Dicen que soy un ángel/ y, peldaño a peldaño,/ para alcanzar la luz/ tengo que usar las piernas.” (M. Altolaguirre)
Pedir a Dios: “Dame ojos que penetren tras lo gris/ la verdad de las almas,/ la hermosa desnudez de tu imagen:/ el hombre.” (D. Alonso)
Poder afirmar: “Murió en mitad de un verso,/ cantándolo, floreciéndole,/ y quedó el verso abierto, disponible/ para la eternidad...” (G. Diego)
Cenicienta literaria, poesía donde los niños crecen: “Cielo, tierra, sol, piedra,/ igual que presentí de niño/ que iba a ser la verdad bajo lo eterno.” (E. Prados)
Versos desnudos abren valiosos caminos: “Entra en el hervor, en la plaza./ Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.” (V. Aleixandre)
Poeta, corazón autodidacta, conciencia que nada consigue romper: “Tu risa me hace libre,/ me pone alas./ Soledades me quita,/ cárcel me arranca.” (M. Hernández)
Marineros de níveas melenas dormidos mar adentro: “En sueños la marejada/ me tira del corazón;/ se lo quisiera llevar.” (R. Alberti)
Poemas escritos sin engaños, una por una conmueven sus metáforas: “Yo soy profesor de la vida,/ vago estudiante de la muerte/ y si lo que sé no les sirve/ no he dicho nada, sino todo.” (P. Neruda)
Voces puras conducen a cosas sencillas, ejemplos necesarios en la vorágine poética contemporánea: “Los ojos/ se cierran./ Las palabras se abren.” (O. Paz)
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