“Saber es útil. Imaginar es indispensable. Soñar es necesario.”
(Luis Miratvilles: “Misterios al descubierto.”)
Eran tiempos duros y los hijos de familias humildes (casi todas) debíamos esforzarnos por aprender, con ayuda de buenos maestros (depurados entonces y maltratados hoy), muchas cosas importantes y necesarias en los libros, para conseguir labrarnos un futuro mejor.
Don Pablo daba lecciones sabias en el salón de su casa: letras, números, ríos y reyes godos, entraban bien a base de bofetadas. Otras enseñanzas distintas eran las del profesor Luis Miratvilles, brillante divulgador científico (Premio “Ondas”, 1965) y director de programas como “Misterios al descubierto” (TVE-1966/72), donde conocíamos increíbles avances médicos y tecnológicos, tesoros ocultos que luego rastreábamos en las enciclopedias.
Diez años pasan y tarareamos aquel estribillo: “Todo, todo, todo está en los libros.” Fue preludio del programa cultural “Negro sobre blanco” (TVE-1982), dirigido por Fernando Sánchez Dragó; pero la canción (letra, Jesús Munarriz; música, Luis Eduardo Aute; voz, Carmen Machado) no figura recopilada en ningún disco.
Paradojas, misterios, pasiones, crímenes y castigos, aventuras... llenan páginas de libros valiosos. En ellos existen dioses y demonios, batallas, victorias y derrotas, vidas ejemplares, universos de cultura que nacen del asombro ante la vida. Famosos escritores y poetas escudriñan buscando recuerdos, imágenes ocultas registradas por archivos invisibles de la memoria, para convertirlas en hermosos libros que guardan las bibliotecas públicas y ponen al alcance de todos.
Ingenios imparables avanzan y con “Internet” surgen nuevos sistemas de comunicación digital: “ebooks” y “tablets” (libros electrónicos capaces de almacenar bibliotecas), “smartphones” (teléfonos móviles con funciones avanzadas), webs, blogs, plataformas de autoedición y descargas (legales), autoediciones, etc. Traducidos al castellano, significan y son una nefasta competencia para el sector editorial.
Las publicaciones tradicionales nunca habían vivido situación tan crítica. Si le sumamos el IVA excesivo (21%), hallaremos explicación a la vertiginosa caída de ventas directas, compras institucionales (ayuntamientos, bibliotecas, universidades, centros de enseñanza) y cierres sucesivos de editoriales y librerías: algunas resisten ofreciendo actos culturales.
Leer libros, tocar el papel, subrayar poemas, frases conmovedoras, y poder hacerlo también en las pantallas digitales, pienso que son experiencias diferentes y deberían convivir. Podemos admirar el esplendor del planeta, generaciones enigmáticas, especies desconocidas en los últimos paraísos... Y comprobar la destrucción ¿irreversible? de la Naturaleza, causada por la voracidad del hombre.
Recomiendo a todos los niños, adultos y mayores, leer, soñar, volar siempre sobre las alas fabulosas de la Literatura, junto a dulcineas, quijotes y sanchos. La comunicación entre lectores, narradores, poetas, editores, universidades, profesores, colegios, bibliotecas, grupos literarios... es positiva.
Conviene participar, asistir a talleres, tertulias, conferencias y recitales poéticos. Nuestras vidas sólo merecen la pena de verdad, cuando están formadas de la misma materia con la que se crean inmortales libros y grandes esperanzas.
Lanza Digital
(Luis Miratvilles: “Misterios al descubierto.”)
Eran tiempos duros y los hijos de familias humildes (casi todas) debíamos esforzarnos por aprender, con ayuda de buenos maestros (depurados entonces y maltratados hoy), muchas cosas importantes y necesarias en los libros, para conseguir labrarnos un futuro mejor.
Don Pablo daba lecciones sabias en el salón de su casa: letras, números, ríos y reyes godos, entraban bien a base de bofetadas. Otras enseñanzas distintas eran las del profesor Luis Miratvilles, brillante divulgador científico (Premio “Ondas”, 1965) y director de programas como “Misterios al descubierto” (TVE-1966/72), donde conocíamos increíbles avances médicos y tecnológicos, tesoros ocultos que luego rastreábamos en las enciclopedias.
Diez años pasan y tarareamos aquel estribillo: “Todo, todo, todo está en los libros.” Fue preludio del programa cultural “Negro sobre blanco” (TVE-1982), dirigido por Fernando Sánchez Dragó; pero la canción (letra, Jesús Munarriz; música, Luis Eduardo Aute; voz, Carmen Machado) no figura recopilada en ningún disco.
Paradojas, misterios, pasiones, crímenes y castigos, aventuras... llenan páginas de libros valiosos. En ellos existen dioses y demonios, batallas, victorias y derrotas, vidas ejemplares, universos de cultura que nacen del asombro ante la vida. Famosos escritores y poetas escudriñan buscando recuerdos, imágenes ocultas registradas por archivos invisibles de la memoria, para convertirlas en hermosos libros que guardan las bibliotecas públicas y ponen al alcance de todos.
Ingenios imparables avanzan y con “Internet” surgen nuevos sistemas de comunicación digital: “ebooks” y “tablets” (libros electrónicos capaces de almacenar bibliotecas), “smartphones” (teléfonos móviles con funciones avanzadas), webs, blogs, plataformas de autoedición y descargas (legales), autoediciones, etc. Traducidos al castellano, significan y son una nefasta competencia para el sector editorial.
Las publicaciones tradicionales nunca habían vivido situación tan crítica. Si le sumamos el IVA excesivo (21%), hallaremos explicación a la vertiginosa caída de ventas directas, compras institucionales (ayuntamientos, bibliotecas, universidades, centros de enseñanza) y cierres sucesivos de editoriales y librerías: algunas resisten ofreciendo actos culturales.
Leer libros, tocar el papel, subrayar poemas, frases conmovedoras, y poder hacerlo también en las pantallas digitales, pienso que son experiencias diferentes y deberían convivir. Podemos admirar el esplendor del planeta, generaciones enigmáticas, especies desconocidas en los últimos paraísos... Y comprobar la destrucción ¿irreversible? de la Naturaleza, causada por la voracidad del hombre.
Recomiendo a todos los niños, adultos y mayores, leer, soñar, volar siempre sobre las alas fabulosas de la Literatura, junto a dulcineas, quijotes y sanchos. La comunicación entre lectores, narradores, poetas, editores, universidades, profesores, colegios, bibliotecas, grupos literarios... es positiva.
Conviene participar, asistir a talleres, tertulias, conferencias y recitales poéticos. Nuestras vidas sólo merecen la pena de verdad, cuando están formadas de la misma materia con la que se crean inmortales libros y grandes esperanzas.
Lanza Digital
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