(XII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”)
“La sangre de mi espíritu es mi lengua,
y mi patria es allí donde resuene
soberano su verbo, que no amengua
su voz por mucho que ambos mundos llene.”
Miguel de Unamuno.
Lazarillos de mágicos sueños, también los escritores y poetas necesitan ver luz al final del túnel, superar este vía crucis de falacias, desahucios, indigencia, comedores sociales... Abusan los verdaderos culpables (bancos, capitalistas, especuladores y corruptos), mienten a pensionistas, licenciados, autónomos, trabajadores en paro...
Es justo valorar el compromiso, la constancia del Ayuntamiento de Manzanares para no perder iniciativas culturales arraigadas, significativos galardones y necesarias revistas (“Calicanto”).
Presidido por el gaditano Antonio Hernández (Premio Nacional de Poesía 2014), el jurado que forman Antonio García de Dionisio, Cristóbal López de la Manzanara, Teodoro Serna y Manuel Laespada (poetas del Grupo Literario “Azuer”), tras debatir sobre 11 poemarios finalistas del XII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”, elige por mayoría el titulado “Claroscuro para escribir un cuadro”, cuya autora es Cristina Cocca Arnedo.
Nacida en Buenos Aires, sensibilidad y vuelos artísticos reflejan bien sus raíces: la madre (española) amaba la música; el padre (argentino) ejercía de pintor. Cristina viajó con ellos y reside en Madrid, donde comparte su vocación literaria. Es miembro de número de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, de la Asociación Literaria “Verbo Azul” y del Grupo de Poesía del Círculo de Bellas Artes.
Tiene publicados 8 libros y los 4 últimos han sido premiados: “Aquí, desde la lluvia” (Ciudad de Guadalajara, 2000), “Mujer de esta memoria” (“Julio López”, 2008), “Claroscuro para escribir un cuadro” (“Ciega de Manzanares”, 2013) y “La heredad de la luz” (“Amantes de Teruel”, 2013).
Dirige palabras luminosas que convencen a prestigiosos jurados: “Ciudad de Mérida”, “Pastora Marcela” (Tomelloso), “Gerardo Diego” (Pozuelo de Alarcón), “Villa de La Roda”, “Guadiana” (Ciudad Real), “Justas Poéticas Castellanas” (Aranda de Duero), “Poesía Mística” (Malagón), etc.
“Claroscuro para escribir un cuadro” (Huerga&Fierro, Madrid, 2014) evidencia su brillante trayectoria, donde cada nuevo libro quiere compartir emociones sinceras, alegrías y dolor -inseparables-. Los 19 poemas inspirados en la figura de Maximiliano Cocca Ventura, son huellas del amor, meditaciones pictóricas y profundas vivencias familiares, articuladas en “Aproximación a un cuadro de luz oculta”, “Iniciación a todos los paisajes”, “Culminación de luz sobre fondo oscuro” y “A modo de final”: “Entonces recordé/ de pronto tus palabras./ Que me hablaste del mar y mis veleros,/ y era tu piel de espuma.” (p.57)
Escribir es una tentación de la memoria por recuperar lo mejor que vamos perdiendo. Niñez, juegos, amigos, lugares misteriosos..., escapan como el agua entre las manos: “Verás como en tus ojos se detiene/ esa tenaz querencia por la infancia/ emboscando el azul de tus paisajes.” (p.27)
Dulcinea de lúcidas metáforas, Cristina Cocca Arnedo describe latidos imborrables, alboradas y noches porteñas, lienzos, pinceles, golondrinas, mundos interiores, acuarelas del alma: “Y con su claridad/ dibujaré tu rostro/ allí donde mis dedos dibujen la esperanza.” (p.23)
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