“... los niños la manosean, los mozos la leen,
los hombres la entienden y los viejos la celebran.”
(Don Quijote. 2ª parte, 3)
los hombres la entienden y los viejos la celebran.”
(Don Quijote. 2ª parte, 3)
Para sentir el corazón de su monumento literario, Cervantes nombra los cuatro periodos que la vida tiene. Hoy despiertan recuerdos infantiles, ante dos libros situados junto a Premios Nobel y la Biblia. Tomos enormes con letras diminutas: confortaba poder acariciarlos, ver dibujos misteriosos, figuras de tiempos lejanos, quimeras encendidas en La Mancha.
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547−Madrid, 1616), herido durante la batalla de Lepanto, cautivo de piratas en Argel, autor de comedias, entremeses, novelas ejemplares, duda ser poeta (“la gracia que no quiso darme el cielo”), pero sabe distinguir entre dignos maestros (cultistas o conceptistas) y mediocres vanidosos, expulsados del Parnaso: “...piensan ser los llamados escogidos,/ todos a premios de grandeza aspiran,/ tiénense en más de lo que son tenidos.”
“Príncipe de los Ingenios”, cuesta pensar ese triste galardón: injustos años de cárcel, soñar despierto palabras inocentes, cultura de gigantes y molinos. Cervantes −como Shakespeare− valora poetas grecolatinos y conoce sus obras: Homero (Ilíada y Odisea), Virgilio (Eneida). También admira novelas picarescas españolas: La Celestina (Fernando de Rojas) y Lazarillo de Tormes (Anónimo).
Cerca del último tramo cervantino, siempre con más libros que lugar donde ponerlos, aún quedan cosas necesarias por buscar y comprender. Sobre literatura, compartir secretos: las primeras lecturas fueron relatos, divertidas historias ocurridas en pueblos, iglesias o palacios. La poesía llegó después.
Al conmemorar el IV Centenario de su muerte, lo más importante son las obras, repasar comedias (Los tratos de Argel, La casa de los celos, El laberinto de amor), entremeses (La cárcel de Sevilla, El hospital de los leprosos, El retablo de las maravillas), novelas cortas (Rinconete y Cortadillo, El licenciado vidriera, La gitanilla, El coloquio de los perros), poesía (Viaje del Parnaso).
Abrir el corazón para sentir admirables locuras, maravillosos amores, acertados refranes, caminos de libertad inmortalizados en Don Quijote de La Mancha, la mejor y más traducida novela del mundo.
Don Quixote - Gustave Doré
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