31 ene 2022

“Fuentévar”, la poesía bucólica de Francisco Caro

“...la noche nos dirá sus quemaduras,/
la noche me dirá cuándo escribirnos.”
(Francisco Caro)

 

 Francisco Caro (Piedrabuena, 1947) pronto cumplirá 17 años de brillante trayectoria literaria, iniciada con “Salvo de ti” (Ed. Vitruvio. Madrid, 2006. Premio de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha 2005). Colaborador en prensa y revistas culturales, tiene valiosos premios de poesía: Ángel Crespo, Francisco de Quevedo, Jorge Manrique, etc.

Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, fue profesor en Madrid hasta su jubilación. Realiza una intensa labor cultural y la difunde con su blog (mientraslaluz.blogspot.com), que ya suma 125.000 visitas. Entre los 14 libros publicados y reunidos en la Antología Poética “Este nueve de enero” (Ed. Lastura. Madrid, 2019), 10 han obtenido galardones importantes: Juan Alcaide 2007, Ciudad de Zaragoza 2008, Ateneo Jovellanos 2008, Ciudad de Alcalá 2009, José Hierro 2010, Leonor 2013, etc.

Francisco pasó en su casa de Piedrabuena los confinamientos debidos a la pandemia del Covid-19. Allí prepara 3 libros admirables, fruto de la más profunda meditación: “Aquí” (Ed. Mahalta, nº 1. Ciudad Real, 2021), “En donde resistimos” (Ed. Hiperión. Madrid, 2021. Premio Ciudad de Valencia) y “Fuentévar”, nº 8 de Cuadernos Mahalta (Ciudad Real, 2022).

“Fuentévar” (y otros alrededores) es un ejemplo claro de poesía con temática bucólica. 27 poemas dedicados a representativos lugares de su querido pueblo: la cuesta de la Asperilla, los caminos de Mahalta, el Morro de la Arzollosa: “...este cerro de lúcido basalto/ me adensa y hace/ del vuelo un imposible.”

Versos elegíacos hablan del paso del tiempo y los cambios producidos en su tierra: prado de Valdelamadera, el arroyo de Peralosa, la dehesa de Safont, el puente de las ovejas: “...miramos juntos/ desde el pretil y hacia el oeste/ un Guadiana humillado/ que apenas sobrevive.” También aparecen la alameda de Tamujoso, el campo de Fuentévar, los Hontanares, la Fuenteagria y la presa de la Torre de Abraham: “Dijo una vez Vicente/ Martín que era bueno/ sabernos en milagro// bueno también que vieran/ sin asombro las gentes/ salir las mariposas, las canciones,/ por el húmedo cauce de los grifos.”

Donde estuvo la Huerta del Conde, Francisco Caro recuerda sucesos de la infancia que sin duda son inolvidables: “...aquel oír silbar cantos y pitas/ mientras la luz difusa,/ aquel jugar sin traba a los excesos,/ tiempo oculto, de zinc,/ apenas no sabido ni buscado,/ y ya no quedan árboles/ -ninguno-/ que en las raíces guarden la memoria.”

Este gran poeta (amigo de todos) afirma que para crear poesía “hace falta mirada, olfato, oído para elegir, pero también habilidad técnica para nombrar con justeza. Perseguir el milagro del hecho poético, descubrir el enigma a través del cual la mirada, la percepción, lo emotivo, logran formar el objeto al que solemos llamar poema.” Verdad, luz y belleza: cima del canto siempre.

 

Publicación en Lanza

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