4 jun 2014

Laurel, la poesía sincera de Diana Rodrigo Ruiz

“...esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.”  
Pedro Salinas.

Diana Rodrigo Ruiz (Ciudad Real, 1978) es Licenciada en Ciencias Empresariales por la UCLM y Diplomada en Gestión del Mercado Cultural y en Animación a la Lectura por la UNED, donde cursa Filología Hispánica. Forma parte del Grupo Literario Guadiana y sus poemas juveniles vieron luz en la revista Manxa.

Diana realiza -con gran esmero- variados talleres y jornadas poéticas. Tiene valiosos premios en distintos certámenes y provincias, también como rapsoda. Figura en antologías y fue coautora del volumen/CD “La voz de los Jóvenes” (Ciudad Real, 2000). Ha publicado tres libros, “Origen” (Premio “Carta Puebla” 2006. Ayuntamiento de Miguelturra), “Parque de sombras” (Accésit Premio “Ángaro”. Sevilla, 2010) y “Laurel” (Ed. Amargord. Madrid, 2014).


“Laurel”, árbol sinónimo de grandeza, cuyas hojas purificaban oráculos sagrados en las culturas griega y romana. Debe su celebridad a Dafne, la preciosa ninfa que niega relaciones al dios Apolo, prefiriendo ser transformada por su padre en un laurel: “Abrir, cerrar ventanas./ Escribir con tiza rosa en las aceras/ tu nombre y mi nombre./ Untar con sangre los cristales,/ los óleos de mi alcoba./ Teñir con tinte negro/ cada lámpara,/ cada hendidura/ por donde se cuela tu luz.”

Diana Rodrigo Ruiz conoce mágicos aromas, vientos favorables para volar. Ella los define con aptitud romántica: “El amor puede transformarnos. Es posible cambiar, crecer, transformarse.” Y componer apasionados versos, íntimos, turbadores..., que nuestra querida poeta sabe compartir: “Míranos: somos dos lobas encerradas/ en un magma volcánico de besos,/ en caricias redondas y perversas./ Sobre los hombros, dientes./ Sobre los hombros, noche/ (tímida luz que, ardida,/ nos incendió las lenguas como antorchas).”

Mítico “Laurel”, sus ramas florecen 29 poemas situados en “Plenilunio”, “Eclipse Caleidoscópico” y “Luminosidad Palindrómica”. Suaves miradas, cuerpos desnudos, ebriedad, silenciosa ternura. Inquietud infinita por despertar... muy lejos, sin el calor necesario del amante: “Empujada por estas espinas/ de emociones intermitentes/ voy deshaciendo/ el nudo que esconde mi pecho,/ esta historia vital mía…/ a veces cenicienta/ o polícroma a veces.”

Sensual portada, bellas hojas en carne viva de un sincero diario que traza sendas libres, más allá del bien y del mal: “Un cosquilleo,/ un dulce temblor en los labios,/ la sonrisa ancha y la mente alborotada…/ Todo gira y se expande/ en este día luminoso/ cuando te llamo y te pronuncio.”



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